Opinió

Nos dejamos engañar por los ‘salvadores de la Patria’

Miren ustedes, cabe comentar que estas líneas son en español, dígase castellano porque, en primer lugar, en Catalunya tenemos el privilegio del bilingüismo. En segundo lugar, es para evitar las susceptibilidades y ese cierto repelús que existe últimamente a todo lo que tiene connotaciones de identidad catalana, ya que parecería que el simple hecho de incluir una ç -letra prohibida en épocas anteriores-, pudiera llegar a ser motivo de repudia, mal que nos pese.

Sí, hoy la situación es esta. Se ha generado un ambiente enrarecido, que la mediocridad de la política se ha encargado de atizar utilizando Catalunya como herramienta para conseguir réditos electoralistas. No hace muchos días, un eminente y respetado político, que presidiera el Parlamento catalán, Joan Rigol, aseguraba que los políticos trabajan por los votos y no por el bienestar social; una connotación del estado de mediocridad de los dirigentes del país.

Creo que esta afirmación ya es suficientemente conocida por todos, o al menos eso quisiera creer, pero al mismo tiempo, uno no puede entender que tantos ciudadanos puedan aceptar los mensajes de estos personajes. La mentira, la falta de respeto y la confrontación como herramientas para justificar su tarea política. Mensajes vacíos de contenido, sin programas concretos, sin alternativas ni proyectos eficaces para resolver la situación delicada de muchos sectores de la sociedad.

Como ciudadano veo con mucha tristeza como se utiliza a Catalunya como herramienta para poder conseguir un puñado de votos, la negación por la negación, sin escrúpulos para insultar y tratar de descalificar a personas e instituciones enteras. El lector habrá comprobado como en las últimas elecciones andaluzas se ha utilizado el “conflicto con Catalunya” como eje central de la campaña. Los líderes políticos en su elocuencia no terminaban un solo discurso sin introducir unos párrafos sobre las maldades y la irresponsabilidad de Catalunya en su interés en “romper España”.

Creer todas las sandeces y atajo de mentiras que están propiciando los líderes de PP, Ciudadanos, Vox, y también algunos socialistas -ustedes perdonen- es de una gran ignorancia, pues responde a no conocer la realidad de Catalunya, a la gratuidad de dar por buenas las palabras de este atajo de personajes interesados y deshonestos, que con su verborrea agresiva intentan generar un ambiente de “catalanofobia” generalizada.

Uno no puede creer que la mayor de las desgracias de esta España tenga que ser Catalunya y sus nacionalistas, independentistas, separatistas, CDR… y todos esos colectivos que representan la libertad de pensamiento y asociación normalizado en cualquier país que se tercie como moderno, democrático y avanzado. Menos cuando los políticos lo han sumergido en la bancarrota, en una situación de precariedad de la mayor parte de los sectores de la sociedad. Personajes que han utilizado sus privilegios para saquear las arcas del Estado y enriquecerse a costa de los sumisos contribuyentes… Y cuando, aun así, no pasa nada. Los bancos, con el beneplácito de estos personajes, van acumulando millones, después de que los contribuyentes les salvaran el cuello, por no decir otra cosa más fea.

La cosa no queda aquí porque, también mal que nos pese, la justicia está siendo el hazmerreír de Europa, con sus decisiones arbitrarias e interesadas. También con esa incomprensible actitud de trasladar al sector judicial la mayor parte de las decisiones que tendrían que ser políticas. Para rizar el rizo, miren ustedes como está el clero, una vergüenza, para todos aquellos creyentes que han basado su vida en los valores cristianos, que algunos curas, obispos y dirigentes eclesiásticos han dilapidado, con comportamientos totalmente “delictivos”… Quizás en nombre de Dios.

No olvidemos tampoco la banalización que se está llevando a cabo en el entorno de las mujeres. Cada día se conocen más casos de violencia contra las mujeres, violaciones, abusos sobre los cuales la justicia se declina por justificar a los culpables, y lo más grave, intentado atribuirlo a la permisividad o promiscuidad femenina.

¿Ustedes creen que, en este panorama, el problema son los catalanes, los vascos, o los nacionalismos?

¿Por qué se ha generado esta animadversión a todo lo que represente evolución, libertad, democracia real? Creo firmemente que al final estamos cayendo en la trampa de considerar culpables de la situación a un segmento de la sociedad española para enmascarar la mediocridad de la política. Damos por bueno todo aquello que venden los medios moribundos, que comen de la mano de estos sectores del poder para salvar sus honorarios. Y no nos damos cuenta de que el país está anclado en los tiempos pretéritos de “una, grande y libre”.

Señores, uno que tiene sangre andaluza en sus venas, que ha tenido la oportunidad de compartir tertulias y debates en muchos lugares de esta España, donde ha encontrado gente honesta, culta, dialogante y acogedora, no deja de sorprenderle que, desde hace un tiempo, tanta gente haya sufrido una metamorfosis de características descomunales, hasta el punto de pronunciar improperios como el “a por ellos” al paso del convoy de la Guárdia Civil.

Nadie en su sano juicio puede negar que Catalunya ha sido tierra de acogida y de oportunidades , y lo digo con conocimiento de causa. Generaciones de españoles rehicieron su vida, y prosperaron gracias al carácter de los catalanes, en mayor o menor grado, pero consiguieron un bienestar que en sus tierras de origen se les negó. Y creo que es de agradecidos reconocer este hecho; de lo contrario ,seria no responder a una realidad que también ha contribuido a la prosperidad de todo el país.

Es importante que nos demos cuenta de una cosa. España mandó a prisión a dirigentes políticos y activistas sociales que lo único que pretendían era conseguir un nivel de bienestar para sus conciudadanos, tras la constatación de que el Estado, históricamente, ha ignorado a Catalunya y no le ha permitido evolucionar, sometiéndola al yugo de sus caprichos en nombre de la “santa Costitución”. Unos anhelos legítimos que nada tienen que ver con el separatismo o la delincuencia, más bien al contrario. Estas personas están en prisión preventiva (hecho insólito en la justicia universal), des de hace más de un año, y la próxima semana se les juzgará por ser los protagonistas de un drama inventado por la misma mediocridad del Estado.

También tengo que decir que en este escenario, sectores del catalanismo han radicalizado su actitud ante ciudadanos que por su desconocimiento o falta de información, no han sabido definir su criterio respecto a lo que está ocurriendo en Catalunya, una indefinición que les ha situado en tierra de nadie, o han optado por los discursos más unionistas. En este sentido tengo que añadir que des de la política catalana ha faltado un toque de deferencia y pedagogía hacia este sector de la población.

Tenemos que asumir que estamos sumergidos en un escenario de dificultades y precariedad, que solamente podremos resolver con la lucha por las libertades y derechos, que la mediocridad política nos ha negado. Una lucha que el 1 de octubre se vivió en Catalunya y llevo a prisión y al exilio a un buen grupo de luchadores.

Yo apelo al buen criterio de la ciudadanía, para que asuma la realidad y deje de creer en las falsas esperanzas de un puñado de vividores, que creen que fomentando la discordia perpetuarán los privilegios que les otorga la política. Cada territorio español tiene su manera de ser, una identidad que hay que respetar, y solamente con el respeto y la comprensión podremos avanzar. De lo contrario, continuaremos bailando al son de la demagogia y la mediocridad de los que se consideran salvadores de la Patria.

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